jueves, 21 de agosto de 2014

LA FÁBULA DE LA SALAMANDRA Y LA SEÑORA

Esta es una situación que, en diferentes contextos, nos ocurre con frecuencia a los que amamos a los animales.

La historia está basada en hechos reales.

FÁBULA DE LA SALAMANDRA Y LA SEÑORA

Había una vez una muchacha que paseaba con su perra por un parque a la luz de las estrellas. Andaba distraída y embelesada en los sonidos y olores nocturnos de la noche estival.

De pronto algo llamó su atención, un apenas perceptible movimiento de algo pequeño que se movía sobre la arena del camino. Aguzó la vista y pudo ver cómo una pequeñísima salamandra de color terroso se movía un tanto perdida de un sitio a otro sin saber muy bien hacia dónde dirigirse.

La muchacha era respetuosa con los designios de la naturaleza, pero también sabía que el lugar en el que estaban no era exactamente la naturaleza sino un parque urbano y que el camino por el que transitaba la perdida salamandra estaba muy concurrido por seres humanos, más aún en verano y que, además, el color arena de la salamandra no la ayudaría a sobrevivir en la oscuridad de la noche de modo que decidió "cazar" a la salamandra y depositarla en un lugar más tranquilo del inmenso parque.

La muchacha dirigió su mirada hacia la arena y, en su concentración, no vio a una señora que se acercaba por un costado. Finalmente la mujer se situó a su lado y esta fue la conversación que tuvieron:

SEÑORA: ¿Qué se te ha perdido?

MUCHACHA: Nada, es que hay por aquí una salamandra con serio riesgo de ser pisoteada y quiero trasladarla a un sitio más seguro.

SEÑORA: ¡Y yo que pensé que se te había perdido algo importante! ¡Deja a la salamandra!

Mientras esta conversación transcurría la muchacha no había perdido el tiempo y recogió con sumo cuidado a la pequeña salamandra del suelo con sus propia manos y las cerró con suavidad para no dañarla.

La señora puso cara de auténtico horror y con asco dijo:

SEÑORA: Deja a la salamandra, no ves que de una nacen cincuenta mil. Qué más da la salamandra.

MUCHACHA (depositando a la salamandra fuera del camino, en un lugar refugiado y seguro): si no le hago daño a nadie ni a nadie molesto ¿por qué cojones no se mete en sus putos asuntos?

Si yo no le digo a los demás cómo tienen que vivir por qué los demás tienen que decirme cómo debo vivir yo

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