No es habitual que al comprar comida procesada leamos las
etiquetas de los productos y es un hábito que, sean cuales sean nuestras prácticas
alimenticias, todos deberíamos tener dado que somos lo que comemos y muchas
veces estamos comiendo puro veneno.
Hay un hecho innegable, los productos ecológicos y/o
artesanales son más caros (con algunas excepciones honrosas), pero si eres
vegetariano debes pensar en todo el dinero que estás ahorrando en carne y
pescado y si, además, eres vegano, lo que te ahorras en queso.
Por otro lado, si eres vegetariano no puedes
comprar productos que experimentan con animales (eso es así o eres un
vegetariano de palo). Si encima pretendes no comer productos transgénicos o que
no tengan aditivos nocivos, que son muchos, comprar, en principio, puede
resultar un pequeño infierno.
Además están los productos que “pueden contener trazas de”
(leche y huevo, fundamentalmente), que también sería deseable no comprar si
eres vegano.
No voy a engañaros, al principio es complicado pues tienes
que ir leyendo las etiquetas de todos los productos, que muchas veces resultan
totalmente engañosas, y vas descubriendo que son pocas las marcas que podrás efectivamente
adquirir. Entiendo que es molesto y quita tiempo, pero si lo pensáis un
momento el sentido común dice que realmente es una locura no hacerlo: estamos
hablando no solo de nuestros principios morales sino también de nuestra salud.
Todos, vegetarianos y no vegetarianos, deberíamos leer la etiqueta de todo lo
que compramos, al menos para saber qué es lo que comemos y elegir por nosotros
mismos si nos envenenamos lentamente o no, siempre a sabiendas y no permitiendo que La Gran Máquina nos engañe.
Después de un tiempo se convierte en un hábito, muy
saludable por cierto, y sorprendente pues descubres que muchas de las que se
consideran “las mejores marcas” en la práctica no lo son y otras más modestas
ofrecen productos excelentes, y acabas aprendiendo de memoria qué puedes
comprar y qué no.
Como empezar nunca es fácil y es mucho mejor si alguien con
experiencia te ayuda a dar los primeros pasos, os ofrezco unas pautas muy
sencillas con las que podréis apañaros hasta que ya os valgáis por vosotros
mismos:
1.- Comprobad si la marca experimenta con animales (si eres vegetariano debes hacerlo).
Mucho cuidado aquí pues el mundo de las marcas es un
auténtico laberinto y marcas aparentemente inofensivas y que respetan
completamente el medio ambiente, jactándose de ello, pertenecen a grandes conglomerados empresariales que se dedican a hacer tratos con el mismo Lucifer.
Para que os hagáis una idea de lo complejo del tema os dejo
este diagrama con algunas de las marcas más importantes del planeta, muy extendido en la red:
De las matrices que aparecen en la imagen, es notoriamente
sabido que Nestlé, P&G, Johnson &
Johnson, Unilever, Mars y Kraft experimentan con animales. Y en este sentido hay
que abrir la mente, se experimentan toda clase de productos, no solo medicinas
o alimentos sino también productos de higiene, ropa… y los experimentos son
atroces (podéis comprobarlos por vosotros mismos en la red o evitaros el mal
rato y fiaros de mi palabra).
Pero no solo las marcas citadas experimentan, son muchas
otras por lo que os recomiendó siempre cercioraros de si el producto que vais a
comprar ha sido testado en animales o si pertenece a alguien que lo hace.
¿Cómo? De nuevo, acudid a la red. Nunca antes había habido
tanta información al alcance de todos.
El enlace, que perteneciente a PETA, está en inglés, pero es muy fácil de usar y es uno de los más fiables de la red.
Si la marca en cuestión no aparece reflejada ahí, mi consejo
es que la busquéis individualmente en el motor de búsqueda de vuestro ordenador.
2.- Comprobad si la marca en cuestión emplea transgénicos en
la elaboración de sus productos. Para ello puede consultarse la Guía Roja y Verde de Alimentos Transgénicos
editada por Green Peace:
3.- Dadle la vuelta al producto (la parte importante de la
etiqueta es la que está detrás), id a la sección de ingredientes y comprobad
los aditivos. Existen algunas aplicaciones para móvil que te ayudarán con esta
tarea; aquí mismo os ofrezco un enlace muy completo en el que podéis comprobar
tanto el origen como la peligrosidad del aditivo, teniendo que evitar los
aditivos de origen animal si eres vegetariano y los aditivos peligrosos si eres
un ser vivo:
Evidentemente, se podría ir más allá y no comprar marcas que
comercien con productos de origen animal, pero me parece francamente difícil.
En mi caso no lo hago, pero si alguno se anima o ya lo hace, me encantaría que
compartiera su experiencia con nosotros.
Lo primero que un vegetariano debe hacer es encontrar una
buena fruteria cerca de casa y, por supuesto, las ecotiendas serán nuestras
aliadas, pero son caras. Yo me limito a comprar en ecotiendas lo que no puedo
comprar en otro sitio (helado de leche de soja, margarina vegetariana, ciertas
semillas o cereales, etc.).
Otra opción, no disponible en todas partes, es acudir a
tiendas especializadas en productos del Asia centro-oriental, meridional,
sureste de Asia y extremo oriente. En grandes ciudades con una población
inmigrante importante es relativamente fácil encontrar estos lugares y los
productos que venden, además de tener muchísima variedad y calidad, son más baratos si
los comparas con los precios de cualquier gran superficie.
En Madrid, la ciudad en la que yo resido, la Calle del General Margallo está plagada de estas tiendas y es una maravilla visitarlas
todas.
Si además contáis con amigos que tengan un huerto y que, de
vez en cuando, puedan daros algo, como es nuestro caso, consideraros muy
afortunados. Si el huerto encima es de vuestra propiedad directamente os envidio.
Una alterativa son los grupos de consumo. Sé que hay sitios en que están funcionando muy bien, pero en mi barrio y sus alrededores, después de probar alguna opción, no he quedado contenta. No obstante, no voy a dejar de intentarlo hasta que encuentre lo que busco.
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