Los seres humanos nos comportamos como dueños del universo y gobernamos sobre la vida a nuestro antojo hasta tal punto que hemos creado dioses a nuestra imagen y semejanza. A pesar de ser conscientes de nuestra propia vulnerabilidad, de la próxima muerte que a todos nos aguarda, de ser tan insignificantes... todo se nos olvida en el día a día de la vida. Si simplemente mirásemos con mayor frecuencia hacia las estrellas y recordásemos que estas son gigantescas y lejanas... que el vacío cuelga sobre nuestras cabezas.
Planeamos el futuro, decidimos acerca de la muerte de otros, nos comportamos como si fuéramos indestructibles y esperamos no solo no envejecer sino vivir para siempre.
Decimos de nosotros mismos "vamos a destruir el planeta" como si eso fuera posible cuando ni siquiera conocemos sus secretos. ¿Cómo vamos a destruirlo? En todo caso, destruiremos nuestro ecosistema pero La Tierra, tan próxima, está fuera de nuestro alcance.
La muerte, amigos, está ahí, esperándonos a todos y, hagamos lo que sea, ella ganará finalmente y algún día las pirámides de Egipto serán polvo y no quedará nadie que recuerde qué era El Quijote.
Creemos tener algún tipo de control sobre lo que nos pasa cuando es el caos el que lo gobierna todo y este, de vez en cuando, se plantará en tu vida para recordarte que él es el jefe. Allá cada cual cómo enfrenta esto.
Me hace gracia cuando alguien dice "el ser humano es el único animal consciente de su propia muerte". Yo suelo pensar "¡y un pepino!" De vez en cuando lo somos, pero normalmente no y desde luego nunca lo suficientemente en serio. Y por supuesto que otros animales son conscientes de la muerte, incluso de la enfermedad, solo que ellos no racionalizan como nosotros. Ser diferente no es ser estúpido, solo es ser diferente.
Evidentemente, nada de lo que nos pasa o de lo que hacemos tiene verdadera trascendencia en el devenir de los tiempos, pero somos carne, aquí y ahora, y aquí y ahora vivimos. ¿Qué clase de vida queremos llevar mientras esperamos a que la muerte nos sorprenda? ¿Acaso queremos destruir, pervertir, ensuciar todo lo bello que nos ha sido otorgado? ¿Acaso temeremos la vejez como si fuera una enfermedad terrible? ¿Acaso nos comportaremos como si la muerte fuera un cuento de terror, algo que solo les pasa a otros?
Dicen los que saben que el universo tiene alrededor de 13.800 millones de años y 93.000 millones de años luz de extensión (1 año luz son 9.460.730.472.580 km); la Tierra es uno de los planetas de un pequeño sistema solar, el nuestro. Esto lo digo para ayudarnos a pensar con perspectiva.
La Tierra, de momento nuestra casa, nació hace 4.500 millones de años y la vida surgió hace 3.600 millones.
Los primeros animales (ósea, nuestros bisabuelos), necesitaron muchísimo tiempo para nacer; lo hicieron hace 600 millones de años, necesitaron 75 millones más para ser vertebrados y hasta hace 400 millones de años no salieron del mar.
Los primeros mamíferos (los abuelos) no aparecieron hasta hace 280 millones de años, nuestros padres, los primeros primates, surgieron hace 65 millones y nosotros llevamos aquí solo 2 millones y medio de años. Somos bebés y nos creemos dioses.
Los dinosaurios poblaron la tierra durante 135 millones de años, lo que es bastante poco, y ¿dónde están ahora?
Nuestra existencia supone solo el 0,06 % del total de un planeta insignificante de un sistema solar insignificante.
Yo soy la primera que defiendo una manera de vivir más centrada en el presente y menos en el futuro, pero tal vez ya haya llegado el momento de pararnos a pensar en el papel que deseamos desempeñar en esta función sangrienta que es la vida pues nuestra influencia en nuestro propio futuro es importante. No podemos seguir devorándolo todo.
La revolución industrial trajo consigo un cambio significativo en nuestra forma de vivir, entiendo que hay caminos que ya no pueden desandarse y desde luego no todo progreso es malo, ni muchísimo menos. Pero nuestro hambre es voraz, nuestro culto al cuerpo inútil, nuestras ansias de juventud enfermizas y nuestra falta de respeto por los demás seres vivos demencial.
¿Qué hay de malo en envejecer? ¿Qué hay de malo en morir? Morir es parte del juego y, como decía un personaje al que detesto y admiro a partes iguales, "debe ser una gran aventura". ¿Por qué no? Incluso sin nada esperándonos al otro lado...
Y ya puestos ¿por qué causar dolor, sufrimiento y angustia a otros animales en el proceso? Es tan poco lo que nos separa de una vaca, de un cordero... ¡Somos familia!
Por supuesto que me encantaría comerme un chuletón; me comería uno ahora mismo, poco hecho, con su grasita entreverada... Yo no fui criada como vegetariana y adoro comer. Pero estamos aquí por esto, por el respeto hacia nuestros semejantes a lo largo de este viaje maravilloso, difícil y sin sentido.
Por ello trato de respetar a todos aquellos que nunca me hicieron daño a propósito, ignorar, si me es posible, a aquellos que me hirieron, envejecer sin miedo, reducir mi consumo a un nivel aceptable y práctico, cuidar del paraíso en el que vivo en todo lo posible y, sobre todo, espero tener el valor suficiente para abrazar la muerte, el día que llegue.
Mis animales, Cleo, Manda, Dandi y el pequeño Anakin, son mis amigos, tan valiosos para mí como mi propia familia, y no podría seguir mirándoles a los ojos si actuara de otro modo.
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