miércoles, 18 de febrero de 2015

DESCUBRIENDO EL MUNDO DE LOS MONOS

Que el resto de seres vivos de La Tierra tienen el mismo derecho a ocupar el planeta para nosotros, los veganos, es un hecho. Que todos los animales tienen el mismo derecho a la vida por estos lugares veganos se da por sentado.

Cualquiera que sea capaz de un mínimo de razonamiento lógico tiene que entender que si para un vegano todos los animales tienen el mismo derecho a la vida (el mismo, no parecido) entonces para nosotros, por ejemplo, una corrida de toros es inadmisible (y no se puede respetar) del mismo modo que lo es el maltrato entre seres humanos y que, por tanto, hay cuestiones que nunca podremos entender ni respetar por mucho que nos lo pidan. Sin embargo, lo que sí entiendo es que cada uno necesita su propio proceso.

También es verdad que los tiempos cambian. No seré yo quien lance improperios indiscriminados hacia todos los cazadores; por un lado es cierto que en España la caza ya no es necesaria para alimentarse, que la caza deportiva, en cualquier lugar del mundo, es asquerosa y que muchos cazadores además maltratan a sus perros, pero por otro fue un cazador, mi abuelo, el primero que me enseñó a amar la naturaleza, la primera persona a la que vi rescatar a un animal herido (un precioso milano) y que sé de cazadores que adoran a sus perros. No me van las cazas de brujas. Y conozco a un taurino, cuyos gustos en este sentido desde luego no comparto, que es una de las mejores personas que conozco, bueno, sensible, noble, generoso, educado y encantador. Como he dicho, los tiempos cambian.

El otro día publicaban en la prensa que los perros pueden distinguir la sonrisa del enfado en una cara humana y a mí me dio la risa. Lo han descubierto unos científicos austríacos, que han debido de gastar un montón de dinero para desvelar un misterio que cualquier humano que convive con un perro podría haberles contado. Y no hablo de algo que yo haya sentido sino de algo que he visto.

El problema aquí, ya lo he dicho otras veces, es que nos sentimos el centro del universo cuando en realidad somos una caquita flotante en la inmensidad. Saberse "caca" es muy liberador.

Y todo esto viene a colación de un magnífico documental que vi el otro día relativo a los monos, nuestros parientes más cercanos, a los que todavía consideramos animales irracionales y sin emociones y a los que encerramos en jaulas para el divertimento de los cachorros humanos.

El documental está dividido en tres partes de 50 minutos cada una y os recomiendo su visionado, aunque sea de poco en poco, porque está francamente bien.

1.- Descubriendo el mundo de los monos: El diseño primordial.
2.- Descubriendo el mundo de los monos: Asuntos de familia.
3.- Descubriendo el mundo de los monos: Cerebros pensantes.

Y, ya que estamos, también os recomiendo, sobre todo por lo alucinante de su historia, un documental sobre Machli, la reina de los tigres.

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