miércoles, 24 de junio de 2015

EL MOJITO PERFECTO


Si partimos de la base de que el mojito perfecto da igual cómo esté hecho sino que lo importante es tomarlo a la vera del mar, oliendo a salitre, preferiblemente con la panza llena, daros la receta de lo que para mí es el mojito perfecto no tiene mucho sentido.

De modo que si tenéis la suerte de estar cerca del mar la composición del mojito dará un poco igual y si no lo estáis dará igual lo bueno que sea el mojito. Pero la vida es como es y no siempre puede hacer uno lo que quiere.


Si embargo, yo me agarro con frecuencia a unas palabras que leí hace muchísimos años en Las Ciudades Invisibles (de Italo Calvino), que me marcaron profundamente, además en un momento en el que, no por problemas verdaderamente serios sino más bien por dudas existenciales juveniles, me hicieron mucho bien:

"El infierno de los vivos no es algo por venir; hay uno, el que ya existe aquí, el infierno que habitamos todos los días, que formamos estando juntos. Hay dos maneras de sufrirlo. La primera es fácil para muchos: aceptar el infierno y volverse parte de él hasta el punto de dejar de verlo. La segunda es arriesgada y exige atención y aprendizaje continuos: buscar y saber reconocer quién y qué, en medio del infierno, no es infierno, y hacer que dure, y dejarle espacio".

Y, un poco sin quererlo, esa ha sido, con enormes errores, mi vida desde entonces: he buscado y he tratado de reconocer qué no es infierno, hacer que dure y dejarle espacio, dentro de mis modestísimas posibilidades, lo que no siempre resulta fácil (aunque se le coge el truco).

O, lo que es lo mismo, he tratado de gozar de las pequeñas cosas de la vida, de las personas que están dentro de mi círculo de confianza y me he sacudido de encima todo aquello que no me hacía bien.

Así que, a falta de una agradable orilla del mar desde la que oler el salitre, me he creado un cielo en el salón de mi casa. Ahora hace mucho calor así que he empapelado los sofás con viejas sábanas medio gastadas, que son tan agradables al tacto, bajo el toldo cuando el sol aprieta (dejando la habitación en una deliciosa penumbra), pero tengo las ventanas abiertas de par en par para que entre la brisa, he retirado la alfombra y he refrescado el suelo de madera con cera, me he comprado un par de plantas y, como tengo jornada intensiva, con la comida me tomo un mojito, un mojito celestial. Después, por supuesto, un poco de lectura que me lleva al séptimo cielo del sueño. Si al despertar pudiera darme un chapuzón en la piscina... pero no tengo piscina (hacer que dure y dejarle espacio) así que me doy una ducha.

Y el otro día, tomándome mi mojito, pensé que tenía que compartirlo con vosotros porque este nunca ha pretendido ser (insisto) un blog de vida sana. Los veganos no somos necesariamente unos locos de la salud; simplemente no usamos nada que provenga de los animales. Yo como fritos, tomo todo el azúcar que me da la gana (azúcar no refinado), los carbohidratos son mis amigos, mi peso me da igual y, sí, bebo alcohol. Más bien muy de vez en cuando, pero, puntualmente, no le hago ascos a una borrachera y mis mojitos, más bien flojos de alcohol, van a ser el must de este verano.

Ya he enganchado a mi hermano y pretendo que ningún invitado se vaya de mi casa sin haber tomado uno. Pero lo mejor es cuando me siento en el sofá, al frescor de mi salón, cojo mi libro, apoyo los pies descalzos en el reposabrazos del otro sofá y leo hasta que caigo redonda. Eso es el cielo.

RECETA DE MOJITO (para un mojito):

Un par de ramas de hierbanuena con sus hojas
Dos cucharadas de azúcar sin refinar (somos veganos, amigos)
El zumo de media lima grande o una pequeña
Ron blanco (si puede ser añejo, mejor): 1/3 del vaso
Agua con gas o soda
Dos gotas de angostura
Un vaso de 250 ml
Un removedor (el primer día usé uno de verdad, pero ahora, que soy pro, uso una cuchara de postre)
Hielos
Un mortero

Moja un poco el vaso y mételo en el congelador (si lo haces el día de antes mucho mejor).

Parte las ramas de hierbabuena (ramas, con hojas, todo junto), reservando un par de hojitas (las más bonitas) para decorar (de nuevo, ahora que soy pro ni me molesto en decorar el vaso), y ponlas en el mortero con el azúcar. Machaca ligeramente sin llegar a trituras, para que la hierbabuena desprenda todos sus aceites y aromas, y mezcla muy bien con el azúcar.


Las ramas con más importantes que las hojas porque es donde se encuentran la mayor parte de los aromas de la planta; cuando mi planta de hierbabuena tenga mejor tamaño mi idea es dejar de usar las hojas, pero de momento debo hacerlo.

Añade el zumo de lima y mezcla muy bien. Aquí es donde está el secreto de un mojito de primera, en la mezcla previa. El azúcar debe quedar completamente diluido; no tengas prisa. En la preparación concienzuda y meticulosa también hay placer, el placer de la anticipación, de saber que tu mojito va a estar exquisito.




Así que mezcla bien todo, diluye el azúcar con amor. Puede que la mezcla te quede un poco pastosa, pero no pasa nada, le pones un poco (muy poco) del agua (o la soda) que vas a usar después. Y cuando esté listo lo metes en la nevera al menos 10 minutos.

"¡Pero es que yo quiero mi mojito ya!" Pues te aguantas.


Pasados esos 10 minutos sacas la mezcla y vuelves a darle vueltas para asegurarte de que efectivamente el azúcar está diluido. Si no lo está a remover otra vez.

Saca el vaso, añade la mezcla, llénalo de hielos (sé que tradicionalmente se usa hielo picado pero se derrite muy rápido y agua la bebida; es mucho mejor un buen hielo, como roca) y remueve un poco, vierte ron hasta llenar 1/3 del vaso y remueve. Ahora el agua con gas (o la soda), hasta casi el borde del vaso (deja como un dedo), remueve, pon dos gotas de angostura, remueve y acompáñalo siempre con el removedor, para poder darle vueltas de vez en cuando. Puedes decorar con unas hojas de hierbabuena, pero no soy muy partidaria de las decoraciones que no sirven para nada (el auténtico mojito no lleva hojas trituradas dentro; piénsalo, es incómodo, es casi asqueroso).


Bebe despacio, tranquilo, pero si no lo has terminado antes de que el hielo se deshaga... maaaaaaal.

Ahora lo que hago es que la mezcla de hierbabuena, azúcar y zumo de lima la tengo ya lista en la nevera (para unos días); así voy más rápido y la maceración es más potente, pero no dejo de remover y remover y remover y remover y remover...

Otro día os explicaré cómo preparar uno de mis cócteles favoritos: el daiquiri de naranja.

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