domingo, 9 de agosto de 2015

LAS TABAQUERAS Y EL ESTADO SE LUCRAN SESGANDO VIDAS


Este es un blog que desde sus inicios ha versado sobre veganismo y protección animal, pero también es la única plataforma de la que dispongo para lanzar mis ideas al mundo. No es que me lea mucha gente, tampoco es que yo haga mucho por ser leída…
En esta ocasión voy a hacer una excepción.
Hoy he asistido al entierro de alguien a quien quería muchísimo, alguien cuya mano siempre encontré en mis peores momentos, y de nuevo el culpable ha sido el tabaco.
Siento que las tabaqueras y todos aquellos que se lucran de un modo u otro del tabaco me deben mucho, me deben vidas. Me deben dolor, lágrimas, tristeza, angustia… Y todavía acabarán debiéndome mucho más porque aún hoy otros a los que quiero fuman.

Tengo 38 años, los suficientes para saber que soy en muchos aspectos una inocente empedernida y además muy consciente, una estúpida con una visión simplista del mundo, que tiende a verlo en blanco o negro, pero si yo tuviera en mis bolsillos dinero del tabaco me quemaría en las manos, me daría vergüenza gastarlo. ¿Lucrarse a cambio de la (mala) salud de otros? ¿De generar un vicio que acaba con vidas? ¿De destrozar familias? No podría soportarme a mí misma, no podría soportar mi propia existencia. Y sin embargo hay por ahí gente suelta que mantiene su estatus a cambio de comerciar con un producto nocivo que enferma y mata a la gente, una droga terrible que puede llegar a causar una muerte lenta, agónica y atroz.
Y aún así los fumadores no pueden dejar de fumar, aún los enfermos, aún aquellos que han visto enfermar y morir a otros, no pueden dejarlo.
Nuestros gobiernos no solo lo permiten sino que se lucran de dinero manchado de sangre.
Yo conocí a una mujer que era una Valquiria, altiva, activa, arrolladora, sin miedo de nada… y el tabaco la convirtió en un saco de huesos incapaz de valerse por sí mismo y roto de dolor. Su personalidad sencillamente se esfumó mucho antes de que su vida lo hiciera. Aún así esta mujer estuvo fumando casi hasta el final de su vida, no podía parar. Pero eso no es visible en la sociedad.
En las campañas de lucha contra el cáncer (sí, cáncer) lo que normalmente se suele mostrar es a una mujer con un pañuelo rosa en la cabeza (y sin aspecto enfermizo) que acaba de superar un cáncer de mama, una luchadora optimista que vence una batalla, y, con todos mis respetos, son anuncios que me tocan las narices porque, como excombatiente en una guerra que se perdió, me hacen sentir sola. Los que mueren también existen y sus familias y amigos existimos.
Perdonadme, hoy estoy llena de rabia. Hoy estoy muy triste.
Cuando uno está enfermo tiene que ser optimista y hacer todo lo posible por salir adelante, pero existe otra realidad, la de las guerras que no pueden ganarse, la de la gente que muere, y ocultarla no beneficia en la lucha contra el tabaquismo.
Esa idea casi generalizada que los fumadores me repiten tanto y que me pone de los nervios de que hay gente que fuma que no tiene cáncer de pulmón y gente con cáncer de pulmón que no fuma es demencial. ¡Por dios! Es una obviedad. Pero los números, benditos números, no engañan: “más de 50.000 personas mueren en España cada año a causa del tabaco y, de ellas, más de 20.000 son víctimas de un cáncer de pulmón. Del 100% de los tumores pulmonares que se diagnostican sólo el 25 % se pueden operar; 1 de cada 4 porque son grandes o afectan a estructuras dentro del tórax que la cirugía no puede extirpar.
Del 25 % que se opera sólo el 25 % vive más de cinco años. La supervivencia global del carcinoma broncogémico está en torno al 10 – 12 % de los pacientes que se diagnostican.
Esas son las cifras.
¿Y la realidad más allá de las cifras? Una persona con cáncer de pulmón difícilmente saldrá adelante (o saldrá adelante difícilmente).
El cáncer de pulmón no duele, maldito, por lo que, cuando se detecta, normalmente ya está extendido. A veces eso significa la muerte y a veces se puede dar cierta batalla a la enfermedad. Muchas veces los oncólogos te venden la idea de que la enfermedad puede cronificarse, pero un cáncer de pulmón dilatado en el tiempo no es como tener VIH o asma, no, no. Tú puedes tener VIH o asma y llevar una vida completamente normal, pero no te engañes, por mucho que un médico diga que el cáncer de pulmón puede cronificarse la vida del enfermo será de todo menos normal.
Por un lado tenemos la quimio y la radio, que son literalmente veneno con efectos secundarios letales y que además destrozan el sistema inmunitario. Es decir, si la quimio se recibe de manera puntual realmente se atraviesa el proceso y después el paciente puede continuar con su vida, pero si el cáncer es crónico significa que el paciente recibirá ese tratamiento para siempre y que, finalmente, si el cáncer no acaba con él lo hará la quimio. Un cáncer crónico es equivalente a una quimio indefinida. Callejón sin salida.
Si el paciente tiene la suerte de que le detecten el tumor a tiempo y este está en una zona accesible será operado, pero lo que ningún médico le contará al principio del proceso es que esa operación solo será la primera de muchas que tendrá que ir sufriendo de manera periódica hasta que su cuerpo no pueda más. Y aún así la enfermedad siempre, siempre, acaba extendiéndose a otras partes del cuerpo. El cáncer de pulmón siempre gana.
En todo ese proceso las capacidades del paciente van mermando tan lentamente que nadie se da cuenta, como la famosa rana en el agua, hasta que la persona deja de ser quien era y así perderse a sí mismo para siempre, incluso antes de morir. Es una prisión tanto para el enfermo como para sus seres queridos.
Esto genera lógicamente sufrimiento, no solo físico sino también psicológico, en el paciente, pero también en aquellos que le quieren. Podría dar un montón de detalles dramáticos, morbosos, podría escribir un libro, haceros llorar conmigo, contaros anécdotas que os pondrían los pelos de punta, podría compartir con vosotros experiencias vitales que os harían reflexionar y tal vez llegar a la conclusión de que de algún modo un tanto rudimentario he llegado a ser una mujer sabia… pero eso no me interesa, paso del drama y la sabiduría es una gran mentira; en todo caso, si no me queda más remedio, siempre elegiré una tragicomedia.
Tanto el paciente como sus seres queridos son irrelevantes, son números que se vienen a sumar a la lista de la gente o bien muerta o bien con el corazón roto, puntitos en el océano de la vida.
Tampoco me dirijo a los adictos al tabaco. Sé de sobra que es casi imposible haceros entrar en razón, a pesar de todos los horrores de los que podáis ser testigos, y yo jamás estaré en vuestra contra, todo lo contrario: siempre que un fumador necesite ayuda en su lucha contra el tabaco podrá contar conmigo. Me criaron dos fumadores empedernidos así que puedo decir que os quiero; y porque os quiero os digo, sin piedad, que vuestro vicio es una enfermedad que os daña a vosotros y a aquellos que os quieren.
Mi dedo señala a las tabaqueras y a los gobiernos que no solo permiten sino que se lucran del tabaquismo. Sin ir más lejos, L&M a mí me debe mucho, muchísimo, tanto que no podría compensarme con dinero. Tal vez me conformaría con el corazón de su consejero delegado siempre que me lo sirvieran en una bandeja de plata... mejor pensado no ¿para qué quiero el corazón de alguien que no siente compasión o empatía, de un monstruo sin escrúpulos?
Marlboro, Winston, Camel, Chesterfield, Lucky Strike, Ducados, Nobel, Fortuna, Coronas, Pall Mall… ¡Vergüenza!
Y el enganche no solo es a la nicotina; el tabaco tiene añadidas otras sustancias que también son adictivas. Es decir, las tabaqueras, conscientemente, incluyen en el tabaco otros componentes para que la adicción sea mayor y así ganar más dinero a costa de la salud de la gente.
¿A cuántos velatorios más tendré que ir por causa del tabaco? ¿A cuántos entierros? ¿Cuántas coronas de flores tendré que comprar? ¿Cuántos pañuelos tendré que gastar secando mis lágrimas? ¿O las de otros? ¿Cuántos abrazos de consuelo tendré que dar? ¿O recibir? Y siempre me iré con la misma sensación de vacío, de indefensión, de injusticia frente a un problema causado por grandes empresas que se lucran del vicio, de la enfermedad y de la muerte de personas y del dolor de sus seres queridos.
¿Dónde están los responsables?
Es demencial que esto pase, demencial que los gobiernos no solo lo permitan sino que se lucren de ello, demencial que no existan campañas para informar de la situación tal cual, demencial que la gente no se revele contra ello.
Me revelo, me revelo y me revelo contra el tabaco, pataleo contra el tabaco, grito contra el tabaco y, sobre todo, contra aquellos que lo comercializan. Digo “no” al tabaco.
Estoy muy cansada, tengo el corazón cansado, y además llevo dos días sin dormir así que, con vuestro permiso, voy a tumbarme un rato, a ver si consigo quitarme de la cabeza este horror.

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