En televisión proliferan anuncios de sopas y tallarines "orientales" precocinados y, francamente, es una pena porque son recetas muy rápidas de preparar y extremadamente resultonas.
La comida precocinada no me gusta, ni siquiera tolero los sazonadores preparados y, en esta línea, tengo una máxima: si en el anuncio tiene mala pinta al natural necesariamente ha de ser bazofia.
Tengo una prima, mucho más joven que yo, que sabe cocinar, y ella me sirve un poco para tomar la temperatura a los veinteañeros de hoy en día. Me resultó sorprendente cuando me dijo que sus amigas no saben ni freír un huevo, literalmente; supongo que ese es el motivo por el que todas estas comidas precocinadas y diabólicas están tan de moda. Y no es de extrañar, incluso la gente de mi generación cocina poco y mal.
Tengo una prima, mucho más joven que yo, que sabe cocinar, y ella me sirve un poco para tomar la temperatura a los veinteañeros de hoy en día. Me resultó sorprendente cuando me dijo que sus amigas no saben ni freír un huevo, literalmente; supongo que ese es el motivo por el que todas estas comidas precocinadas y diabólicas están tan de moda. Y no es de extrañar, incluso la gente de mi generación cocina poco y mal.
La cocina es amor. Lo habréis oído muchas veces, pero pocas os habréis parado a pensarlo. LA COCINA ES AMOR. Sí, la cocina es amor, no amor por tus seres queridos, tus invitados o ti mismo... la cocina es amor por la comida, por esos productos que tienes entre tus manos y por el resultado final... por zampar.
No me malinterpretéis y, sobre todo os pido, ya que no me conocéis, que no me prejuzguéis: no soy una de esos pirados amantes de la gastronomía que abundan en nuestros días, que emplean términos como "esferificar"; ¡rehuyo de ello! Me encanta comer y si me dan algo delicioso y esferificado me lo voy a comer (siempre que sea vegan), pero aprendí a cocinar de mi madre y de mi abuela y fue mi padre quien me enseñó a comer y continúo esa línea. No me interesan nada las modas y seguiré aquí cuando los demás se hayan ido (tal vez no con el blog pero si cocinando y comiendo, si mi salud y mi economía me lo permiten).
Volviendo al tema por el que empecé, es imposible que ames la comida y te puedas comer esa repugnancia de comida precocinada con pinta de vómito podrido de sarlacc. De hecho, he visto vómitos más apetitosos (permítanme la exageración).
Así que para el que no sepa cómo hacerlo, os voy a facilitar la receta de la sopa de miso y de unos tallarines "orientales".
SOPA DE MISO
No podrás preparar sopa de miso sin miso, que es una pasta de semillas de soja fermentada. Si no has probado nunca esta pasta tal vez te resulte un poco rara, pero ¡cuidado! porque es adictiva. A veces hasta mojo el dedito en ella solo para sentir su sabor salado, que es delicioso.
Una forma muy sencilla de hacer sushi es mezclar un poco de miso con azúcar y rellenar con ello el arroz (rico, rico).
Ingredientes (para dos personas):
250 ml de caldo del mar o caldo de shiitake seco
1 trozo de alga kombu (para el caldo, si no usas caldo del mar)
1 cebolleta
1 cucharada rasa de alga wakame
4 - 6 setas shiitake frescas
4 - 6 setas shiitake frescas
1 cucharada generosa de miso
Pon el caldo a cocer y, cuando hierva, baja el fuego al mínimo, añade la cebolleta picada en juliana muy fina (la parte verde también se incluye y, casi, es lo mejor), las setas partidas en trocitos pequeños y el alga wakame. Cuando la cebolleta esté cocinada (pero al dente) y el alga bien hidratada llega el momento de añadir el miso.
El miso jamás se añade directamente en el caldo pues no se disolvería adecuadamente; por ello saca un poco de caldo a un vaso y mézclalo con el caldo hasta que esté totalmente diluido. Acto seguido añade la mezcla, poco a poco, a la sopa. Retira del fuego. Come.
La sopa de miso puede sofisticarse con dados de tofu, setas de otro tipo (incluso champiñones), patata en trocitos pequeños, verduras en juliana, fideos...
La sopa de miso es un acompañamiento ideal para el sushi, que es frío.
El caldo de shiitake seco puedes prepararlo de un modo muy sencillo. Toma algunos shiitake secos (entre cuatro y seis) y pártelos tanto como puedas (si tienes picadora a la picadora). Pon agua a hervir con el shiitake y el kombu y, cuando hieva, baja el fuego y deja que cueza durante 15 minutos. Retira del fuego y cuela con un colador de tela o un paño limpio.
TALLARINES ORIENTALES
La expresión "tallarines orientales" no me gusta nada y es así porque supone meter en un cajón de sastre una variedad inmensa de culturas y posibilidades culinarias. No obstante, es una expresión sencilla de entender y la receta en sí supone una aproximación fácil a un mundo nuevo.
Hay tanta variedad de pastas orientales que es difícil abarcarlas todas. Hay fideos de arroz, de trigo o de trigo y huevo (¡ojo, vegans!); largos, cortos, finos, gordos...; los hay que tienen que ser cocidos, otros con remojarse en agua caliente están listos... Si no estás familiarizado con ellos mi consejo es que compres varios y pruebes hasta que encuentres el que más te guste (si no te pasa como a mí, que me gustan todos).
Ingredientes (para dos personas):
200 gr. de tallarines
2 cebolletas (con lo verde)
1 zanahoria
1/2 calabacín
1/2 berenjena
1 nabo
2 cucharadas de habitas
2 cucharadas de cacahuetes tostados
1 cucharadita de jengibre
1 cucharadita de ajo
Pimienta negra al gusto
1/2 cucharadita de polvo de cinco especias
Aceite de girasol para saltear
Para la salsa:
1 parte de salsa de soja
1 parte de vino de arroz
1/2 parte de aceite de sésamo
1 guindilla
Corta en juliana muy fina todas las hortalizas, excepto las habitas. En un bol profundo deja que marinen en la salsa, dentro de la nevera, durante al menos una hora. ¿Cuánta salsa? Pues depende del gusto particular de cada uno; a algunos les gusta escasito de salsa, a otros que nade. A mí me va el término medio.
Hortalizas sin marinar |
Hortalizas marinadas |
Lo ideal es que marinen al menos una hora, sí, pero en días con prisa yo he pasado de la marinada y, aunque el sabor no es tan intenso, el resultado está igualmente rico.
Cuece los tallarines en abundante agua y después reserva.
En un wok pon el aceite de girasol y saltea las habitas hasta que estén doradas; entonces retira. Ahora saltea el ajo y el jengibre, después añade las hortalizas (¡sin la salsa! Pero no la tires, que vas a usarla). A fuego fuerte y el resultado debe ser al dente.
Cuando las hortalizas estén listas añade la pimienta, las especias, las habitas y los cacahuetes y mezcla bien, sin bajar el fuego (todo el proceso debe ser rápido, suelto). Ahora la salsa y sigue mezclando durante un minuto. Finalmente los tallarines y mezcla otro minuto más. Listo para comer.
Cuando preparé estos tallarines, los que puedes ver en la foto, me enrollé en una manta, me recosté en el sofá, me puse The Wire y mientras cenaba veía la serie y pensé "felicidad".
En otro orden de cosas, habréis comprobado, lectores habituales, que últimamente no escribo mucho y el motivo se debe a dos aspectos. Por un lado, estoy teniendo mucho trabajo; pero el más importante es que ha hecho un tiempo fabuloso y, mientras haga bueno, ¿por qué voy a estar atada a un ordenador cuando puedo estar en la calle tomando el sol, oliendo las flores...? ¡Nací en primavera! Y espero morir en primavera.
No es casualidad que escriba el primer día en el que hace mal tiempo.
Os comento esto porque la primavera, mi época favorita del año que, además, antecede a la que tal vez menos me guste, el verano, está a la vuelta de la esquina y cuanto más cerca esté menos escribiré. Si, os podría decir "voy a intentar esforzarme", pero no, la verdad es que no lo voy a hacer. No quiero decir que abandone, ni muchísimo menos; probablemente en verano retome el asunto, pero la primavera es sagrada.
En todo caso, avisados estáis. Comer seguiré comiendo, pero escribir...
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