domingo, 26 de octubre de 2014

LASAÑA DE REBOZUELOS Y CALABAZA



En días de diario generalmente me toca comer en el trabajo y detesto comer comida de la cafetería. Para un apuro me vale, pero si tuviera que comerla todos los días sencillamente ayunaría porque para ciertas cosas soy muy mía y la comida es sagrada.

Por otro lado, como buena comilona, me gustan los restaurantes, pero no soportaría tener que comer de restaurante a diario porque a diario lo que me pide el cuerpo es comida casera.

El "menú del día" o sabe a precocinado o es demasiado graso. Supongo que habrá excepciones; en algún lugar debe haber un bar en el que su cocinero o cocinera prepare el menú del día con paciencia y cariño, como lo haría para sus propios hijos.

Además, comer en la cafetería sale muy caro y ese es otro punto a considerar.

Por eso, casi siempre llevo mi propia comida, en mi "tartera" e incluso prefiero las sobras de la noche pasada a comprar la comida hecha.

Hoy es domingo, domingo por la noche... tal vez el segundo peor momento de la semana después del lunes por la mañana, no me apetece liarme mucho y además mi nevera tirita, pero sé que mañana a la hora de comer tendré hambre así que he preparado algo sencillo y rápido pero sabroso, muy de esta época, con lo que tenía en la nevera y mañana en la comida lo agradeceré.

Nuestra amiga Leticia nos regaló una calabaza de invierno hermosísima (por bonita y por grande) y el viernes saqueé las setas de la frutería del al lado de casa (son pocas las semanas que dura su temporada y, a pesar del precio, hay que aprovechar) de las que me quedan unos rebozuelos y unas trompetas negras así que he optado por la muy socorrida lasaña, que es una comida ideal para llevar al trabajo.

Calabaza y setas es lo que tengo hoy en la nevera, pero os invito a hacer lo mismo con lo que tengáis a mano, salvo que no tengáis nada en cuyo caso... pedid el menú del día.

La lasaña que tengo ahora mismo en casa es de esa precocinada y solo hay que remojarla en agua caliente 10 minutos. Todavía no me adapto a estas moderneces y, como mi abuela, desconfío de la comida que se cocina solo poniéndola en remojo; no es lo que más me gusta, pero es muy difícil encontrar pasta que no lleve huevo en el mercado así que me conformo con lo que hay y aprecio las facilidades que me ofrece.

Con más tiempo puedo hacer mi propia pasta fresca, de manera fácil pues es una masa extremadamente agradecida.
El relleno es sencillo: 1/2 calabaza de invierno pelada y partida en dados pequeñitos, rebozuelos y trompetas negras enteros (¡no los partas, por favor!), 1/2 puerro (la parte blanca) y un puñado de nueces en trocitos por el placer de encontrarte algo crujiente de vez en cuando. 
En una sartén o cazuela pon aceite de oliva virgen (o margarina vegana) y a fuego muy lento pocha el puerro y la calabaza junto con las nueces. Llevará tiempo que quede perfecto, es decir, meloso, suave, sabroso, pero no tienes que estar encima de la sartén. He tardado 1/2 hora, pero solo he ido a dar vueltas cada 10 minutos; el resto del tiempo se han tenido que apañar sin mí.
Uso puerro en lugar de cebolla porque el sabor es más suave, pero la cebolla valdría igualmente.
Cuando todo esté bien pochado añade las setas y deja que se cocine unos minutos, hasta que hayan perdido su dureza natural.
Últimamente me ha dado por flambearlo todo y cualquier día me descubriré a mí misma flambeando el yogurt, pero esta vez he resistido la tentación: las setas que tengo son de muy buena calidad y quiero respetar su sabor todo lo posible; de hecho, ni siquiera he usado pimienta, solo sal.
La calabaza y las setas hacen muy buena pareja. 
Precalienta el horno a 180ºC y, mientras alcanza la temperatura, prepara una bechamel con aceite de oliva virgen, harina y leche de soja. La bechamel la hago a ojo, pero calculo que habré puesto 2 cucharadas de aceite, 2 de harina y leche de soja hasta que me ha quedado una textura muy ligera. 
Con la bechamel lo más importante es cocinar bien la harina antes de añadir la leche o sabrá a cruda y eso sería desagradable. 
Una vez que tengas lista la bechamel le añades sal y nuez moscada. 
Recomiendo encarecidamente usar nuez moscada de la de verdad, de la que va entera, y rallarla en el momento. La molida no tiene nada que ver.
Me gusta montar la lasaña del siguiente modo: en la bandeja primero pongo una fina capa de bechamel, después una lasaña, relleno, lasaña, etc. (tantas capas como quieras), termino con una lasaña y baño con abundante bechamel.
Mete la lasaña en el horno hasta que se dore la bechamel. 
Cuando se enfríe puedes meterla en un recipiente y al día siguiente estará perfecta después de calentarla un poco en el microondas.

Nunca antes había hecho esta lasaña de modo que mañana os diré qué tal sabe aunque el relleno sí lo he probado y es delicioso, la pinta es bastante buena y el aroma es lo mejor, espectacular (ha inundado la casa).

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