En días de diario generalmente me toca comer en el trabajo y detesto comer comida de la cafetería. Para un apuro me vale, pero si tuviera que comerla todos los días sencillamente ayunaría porque para ciertas cosas soy muy mía y la comida es sagrada.
Por otro lado, como buena comilona, me gustan los restaurantes, pero no soportaría tener que comer de restaurante a diario porque a diario lo que me pide el cuerpo es comida casera.
El "menú del día" o sabe a precocinado o es demasiado graso. Supongo que habrá excepciones; en algún lugar debe haber un bar en el que su cocinero o cocinera prepare el menú del día con paciencia y cariño, como lo haría para sus propios hijos.
Además, comer en la cafetería sale muy caro y ese es otro punto a considerar.
Por eso, casi siempre llevo mi propia comida, en mi "tartera" e incluso prefiero las sobras de la noche pasada a comprar la comida hecha.
Hoy es domingo, domingo por la noche... tal vez el segundo peor momento de la semana después del lunes por la mañana, no me apetece liarme mucho y además mi nevera tirita, pero sé que mañana a la hora de comer tendré hambre así que he preparado algo sencillo y rápido pero sabroso, muy de esta época, con lo que tenía en la nevera y mañana en la comida lo agradeceré.